Leo en algunos medios de comunicación noticias que me dejan boquiabierto: Por un lado, en Europa se está comenzando a pensar en implantar medidas de seguridad en los aeropuertos similares a las de los Estados Unidos (véase aquí, por ejemplo); esto es, por ejemplo, tomar los datos de todos aquellos que entren en la UE (con la posibilidad de almacenarlos hasta cinco años). Curiosamente, éste sistema no estará centralizado, así pues cada país se encargaría de sus propios registros, causando así más de un quebradero de cabeza a los visitantes. Por otro lado, en EEUU se está comenzando a probar un escáner de cuerpo entero (véase la web de la Transportation Security Administration) que permite tomar imágenes cercanas a lo que se veía en Desafío Total (Arnold Schwarzenegger, 1990). Además, en el Reino Unido proponen obligar a los pasajeros a usar pequeños chips o dispositivos de radiofrecuencia para mantener localizados a los viajeros en el aeropuerto.
Y todo esto es, "por supuesto", para velar por nuestra propia seguridad. Se trata de evitar los ataques terroristas, que nadie pueda subir con elementos peligrosos (armas, explosivos, sustancias inflamables...) o pueda poner en peligro al resto de los pasajeros (véase la web de aena) Esto está muy bien. En teoría. Pero en realidad esto se traduce en grandes colas, retrasos e incomodidades que conllevan la desesperación y la ira de los viajeros. Porque a la hora de la verdad, cuando estas medidas de seguridad se verifican (véase el caso del aeropuerto de Albany, Nueva York por ejemplo aquí), cinco de cada siete tests fallan y el resultado que se obtiene es que se confisca el agua pero los explosivos pasan cómodamente. Algo "normal", según indican los propios agentes.
Y realmente, las supuestas medidas de seguridad son un fiasco. Estudios realizados objetivamente demuestran que lo único que consiguen es provocar una falsa sensación de seguridad, sin aumentar ésta significativamente. Cualquiera puede darse cuenta: No dejan pasar líquidos en envases de más de 100ml pero puedes llevar hasta un litro sumando varios de estos envases. Tampoco se pueden llevar objetos contundentes pero en las zonas duty free se venden grandes botellas de licores que, no sólo son bien contundentes sino que además llevan más de 100 mililitros. Y si es por miedo a los explosivos plásticos, éstos se pueden llevar en envases mucho más pequeños. Además, tanta paranoia cuando sería perfectamente posible activar cierto dispositivo desde un ordenador portátil que sí dejan subir y manejar en los aviones. Seguro que, tras tanta medida de seguridad, los realmente malintencionados podrían encontrar mil maneras de hacer lo que quisieran (y más teniendo en cuenta los fallos expuestos anteriormente).
Y además hablo con conocimiento de causa: en uno de los múltiples viajes en avión que he hecho, estábamos hablando del tema y un compañero apostó a que podría pasar los controles con un tenedor (objeto punzante y, por tanto, prohibido) que había conseguido en un transbordo. Efectivamente, durante sucesivos embarques nos tuvimos que quitar los zapatos, el cinturón, a uno de nosotros le inspeccionaron el equipaje de mano, con lo que casi pierde la conexión, sufrimos varios cacheos por el personal de seguridad y, sin embargo, el tenedor llegó finalmente sano y salvo al destino.
En resumen: los sistemas de seguridad impuestos en los aeropuertos son sumamente absurdos, no incrementan realmente la seguridad y sí violan cada vez más la intimidad de los viajeros y les provocan grandes incomodidades, largas esperas y colas en lo que parece ser también parte de negocio para los duty free y tiendas que se encuentran una vez se pasan los controles. Próximamente: cómo volar a los Estados Unidos.
Y todo esto es, "por supuesto", para velar por nuestra propia seguridad. Se trata de evitar los ataques terroristas, que nadie pueda subir con elementos peligrosos (armas, explosivos, sustancias inflamables...) o pueda poner en peligro al resto de los pasajeros (véase la web de aena) Esto está muy bien. En teoría. Pero en realidad esto se traduce en grandes colas, retrasos e incomodidades que conllevan la desesperación y la ira de los viajeros. Porque a la hora de la verdad, cuando estas medidas de seguridad se verifican (véase el caso del aeropuerto de Albany, Nueva York por ejemplo aquí), cinco de cada siete tests fallan y el resultado que se obtiene es que se confisca el agua pero los explosivos pasan cómodamente. Algo "normal", según indican los propios agentes.
Y realmente, las supuestas medidas de seguridad son un fiasco. Estudios realizados objetivamente demuestran que lo único que consiguen es provocar una falsa sensación de seguridad, sin aumentar ésta significativamente. Cualquiera puede darse cuenta: No dejan pasar líquidos en envases de más de 100ml pero puedes llevar hasta un litro sumando varios de estos envases. Tampoco se pueden llevar objetos contundentes pero en las zonas duty free se venden grandes botellas de licores que, no sólo son bien contundentes sino que además llevan más de 100 mililitros. Y si es por miedo a los explosivos plásticos, éstos se pueden llevar en envases mucho más pequeños. Además, tanta paranoia cuando sería perfectamente posible activar cierto dispositivo desde un ordenador portátil que sí dejan subir y manejar en los aviones. Seguro que, tras tanta medida de seguridad, los realmente malintencionados podrían encontrar mil maneras de hacer lo que quisieran (y más teniendo en cuenta los fallos expuestos anteriormente).
Y además hablo con conocimiento de causa: en uno de los múltiples viajes en avión que he hecho, estábamos hablando del tema y un compañero apostó a que podría pasar los controles con un tenedor (objeto punzante y, por tanto, prohibido) que había conseguido en un transbordo. Efectivamente, durante sucesivos embarques nos tuvimos que quitar los zapatos, el cinturón, a uno de nosotros le inspeccionaron el equipaje de mano, con lo que casi pierde la conexión, sufrimos varios cacheos por el personal de seguridad y, sin embargo, el tenedor llegó finalmente sano y salvo al destino.
En resumen: los sistemas de seguridad impuestos en los aeropuertos son sumamente absurdos, no incrementan realmente la seguridad y sí violan cada vez más la intimidad de los viajeros y les provocan grandes incomodidades, largas esperas y colas en lo que parece ser también parte de negocio para los duty free y tiendas que se encuentran una vez se pasan los controles. Próximamente: cómo volar a los Estados Unidos.
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