miércoles, 27 de junio de 2007

1984

1984 es, sin duda, el número que mejor resume nuestra sociedad. Supongo que los lectores de este blog no serán ajenos a la obra de Orwell, que describe una sociedad en la que los habitantes son vigilados continuamente por el Gran Hermano (nada que ver con la altamente criticable telebasura), al que podríamos llamar también "el ojo que todo lo ve". La tecnología se usa siempre en beneficio del Sistema, nunca para mejorar la calidad de vida y, lo que en principio parece ser una sociedad libre, se descubre como un totalitarismo y tiranía absolutos.

Aunque ya se ha hablado del tema en otros medios, considero oportuno abrir las críticas con algo bastante general, que englobe diferentes aspectos de la sociedad como un todo, que nos haga pensar no en un detalle en particular sino en algo global. Algo que nos sirva de aperitivo para reflexionar acerca de lo que me planteo como objetivo: "¡Esto no está bien, hay algo que falla aquí!". No es casualidad, por tanto, que empiece hablando de esta (¿premonitoria?) novela.

No voy a ser tan alarmista como miles de voces que se están alzando para decir "¡1984 es ahora!", pero juzgo necesario cuanto menos meditar sobre ello. Tal vez no sea ahora, pero no tengo ninguna duda de que, debido a los acontecimientos acaecidos en los últimos años, nos vamos acercando cada vez más a ese concepto. En todo el mundo. Sí, y en España también.

Podría citar muchos ejemplos. El DNI electrónico (así como las diferentes tarjetas de crédito) pueden ser un arma de doble filo en ese sentido. El uso de teléfonos móviles como herramientas de localización, las cámaras de vigilancia que se están apoderando no solo de ciertos establecimientos sino que, poco a poco, van inundando también las calles,... Y en el mundo virtual tampoco nos libramos de ese asedio continuado: obsérvese el uso que se hace de las cookies o de la IP. (A modo de ejemplo casi "inocente", véase la cantidad de información recopilada de los visitantes a esta página en la sección de estadísticas). Esto es, desgraciadamente, sólo el principio.

Es evidente que todo depende del uso que se haga de esa información o, lo que es lo mismo... quién la posee. Efectivamente, es comprensible que se necesita cierta información y control para el bienestar de la sociedad. Sin embargo no quiero dejar de puntualizar, en conexión con los primeros párrafos de la entrada, que, aunque vivimos en una sociedad libre y democrática... ¿Somos realmente libres? ¿Existe realmente la libertad cuando somos sometidos a una vigilancia continuada? ¿Dónde termina nuestra libertad y empieza la del Sistema? ¿Debería tener el Sistema esa (tanta) libertad?

viernes, 22 de junio de 2007

Declaración de Intenciones

No tengo nada que contar.

Sé que puede ser una manera ciertamente curiosa para comenzar, precisamente con lo que parece ser la antítesis de lo que es un blog. Pero ésa ha sido siempre mi máxima (Y razón por la que nunca me había adentrado activamente en este mundo). Y sigue siendo así: no tengo nada que contar... pero sí mucho por lo que protestar.

Tal vez sea porque soy un protestón, o un un quejica, pero desde luego, también soy un inconformista que no aprueba ciertos fenómenos que irrumpen en nuestra sociedad. No es mi intención insultar ni ofender a nadie; simplemente pretendo escribir acerca de cosas que resultan inauditas, ilógicas, y que sin embargo tenemos perfectamente asumidas; opiniones sobre actos que me parecen reprobables, locuras, intransigencias y todo lo que caiga en mis manos que sea digno de criticar.

Desde el primer momento advierto de que las entradas que yo escriban serán simplemente una opinión personal, vistas siempre desde un punto de vista subjetivo; así pues, habrá quien esté de acuerdo y habrá quien no lo esté. Además sólo me haré responsable de mis propios escritos, siendo el resto de ellos (comentarios, links, citas,...) responsabilidad del que los escriba.

Sobre el origen del nombre... a riesgo de ser tachado de antinacionalista, prefiriría vivir en un lugar donde no fuera necesaria la recriminación, la crítica, las intransigencias,... en definitiva, donde no hubiera lugar para un blog como este (o muchos otros que seguramente existen con el mismo propósito). Pero me temo que, lamentablemente... este no es mi país.

Dicho pues, queda. Acomódense y disfruten.