domingo, 30 de marzo de 2008

Fitna: el Documental Contra el Corán

Me entero de la existencia de este documental gracias a un amigo Iraní. Se trata de un corto de casi 17 minutos dirigido por el político Geert Wilders, lider del "Partido por la Libertad" en el parlamento holandés. El "documental" ofrece su visión (altamente partidista) acerca del corán y de la religión musulmana. El título ya lo dice todo: Fitna proviene de la palabra arábica para designar "desacuerdos y división entre la gente". El documental, que ha sido censurado en la web por sus escenas de violencia y su alta subjetividad se puede ver aquí. A juzgar por el origen del vídeo, diría que a ciertos gobiernos no les interesa que el planeta acabe como una aldea global y multicultural, con todos los paises en armonía entre ellos.

El documental se centra en varios versos del corán que incitan, en cierta manera, a la violencia y en las actuaciones de varios musulmanes respecto a esto. Se pueden ver, por ejemplo, los atentados del 11S a las Torres Gemelas y el atentado del 11M en la estación de Atocha, así como secuestros, asesinatos, misoginia e implantación de la semilla del odio y anti-democracia en los niños pequeños hacia los judíos y otras religiones. Después hace una reflexión acerca de cómo serían los Paises Bajos en el futuro, bajo el "yugo" del islam, para terminar comparando esta religión con el movimiento nazi.

No hace falta ser muy espabilado para darse cuenta inmediatamente de que éste corto sólo pretende crear odio hacia la religión del islam: en los quince minutos de duración resume todos los puntos que caracterizan los panfletos de manipulación de masas: se centra principalmente en los canales de odio y en los actos terroristas, sin dar ninguna tregua, y achacándolos básicamente a los temas religiosos, carece de opinión alguna, no da información objetiva, no contrasta ambas partes involucradas y se centra en el extremismo radical. Y es que resulta muy fácil hacer un resumen rápido de los actos atroces que se han cometido en el nombre del islam (que son muchos) pero ello no significa que todos los islamitas sean así.

Es muy sencillo cargar contra todo el mundo basándose simplemente en los actos extremistas de una pequeña minoría. Podríamos hacer lo mismo si quisieramos dañar la imagen pública de cualquier grupo social: sería muy fácil, del mismo modo, acusar a todos los vascos por los crueles actos de ETA, pero es evidente que ni todos los vascos pertenecen a la organización terrorista ni mucho menos están de acuerdo. Lo mismo sucede con el islam. Sin embargo, hay una pequeña diferencia: dado nuestro contexto social sabemos cómo es la situación real en el país vasco, pero poco conocemos (aparte de lo que, precisamente, quieren que sepamos) acerca del islam. El problema radica precisamente ahí: en el desconocimiento. En este caso el lavado de cerebro es mucho más eficiente e implantar prejuicios y odios más sencillo.

Piénselo el lector durante unos segundos. ¿Está usted seguro de que no podría hacer un documental similar basándose en la biblia? No hace falta dirigir la mirada a los viejos tiempos en los que reinaba la inquisición y se dedicaban a la caza de brujas, quemando, ahorcando y asesinando a cualquiera que les llevara la contraria; ni en los que florecían toda una cantidad de "guerras santas" y cruzadas. Actualmente también hay personas que se autoinmolan cada año, gente que realiza sacrificos en nombre de la religión católica y personajes que desde el poder califican la homosexualidad como una enfermedad, que prohíben el uso del preservativo y que impiden a la mujer escalar en su propia escala de poder, por poner unos pequeños ejemplos.

Para finalizar, dos pequeños detalles: el islam no es religión única y exlusiva de los musulmanes, sino que se extiende más allá de sus fronteras, cosa que el tal Wilders parece obviar. Y, para colofón, no puedo evitar recordar un comentario que le hice a Valadrem hace ya algún tiempo acerca del uso de la biblia, y que él resumió en este post. Puede que sea una de esas leyendas urbanas, pero indica muy bien el espíritu de lo que quiero decir: es posible que el corán contenga algunas atrocidades, pero la biblia no se queda precisamente atrás...

jueves, 27 de marzo de 2008

El Precio de la Vivienda

Leo en algunos panfletos (léase aquí o aquí) que, según un informe elaborado por el Consejo de la Juventud de España (CJE), un joven debería cobrar un 132% más para poder comprar una vivienda. Se explica (muy apropiadamente) que un joven necesitaría tener unos ingresos mínimos anuales de 38.028,89 euros para poder comprar una vivienda libre en España de modo que la cuota mensual de su hipoteca no excediera del 30% del total, lo que representa un 132,3% más del salario medio real actual, situado en 16.370,13 euros. (Nótese que, de nuevo, se menciona el salario medio cuando, ya se ha dicho, el salario modal es más representativo). Siguiendo este informe, éste colectivo destina el 70% de su salario (el 92% en el caso de menores de 25 años) para acceder a una vivienda. El peor caso se da en el País vasco, donde se destina hasta el 86%.

Se veía venir, y es algo de lo que nos estamos quejando desde hace ya mucho tiempo: gracias a la especulación y la dejadez del gobierno, la vivienda se está pasando a ser de un derecho constitucional a ser un producto de lujo. El precio del suelo, la sagacidad de los empresarios, la voracidad de los especuladores y la indiferencia del ministerio de vivienda, están consiguiendo que cada vez sea más complicado independizarse y conseguir una vivienda propia. Cabe mencionar que, aunque el estudio se ha efectuado entre la población joven española, el resultado es fácilmente aplicable a los no tan jóvenes, lo que convierte este problema en algo realmente grave.

Pero analicemos éste hecho de forma objetiva: Si entramos a la página web del ministerio de vivienda, podemos acceder a una tabla con los precios de la vivienda. Según lo que se obtiene, el precio medio en España es de 2139 euros/m2 (y el precio máximo, 3931 euros/m2 en San Sebastián). Con ello, y tomando como salario más representativo de la población española de 965 euros (ver esta entrada), un sencillo cálculo nos lleva a que, dedicando el sueldo íntegramente a ello, y sin contar con los intereses y las hipotecas, se necesitarían más de 9 años para pagar un mini-piso de 50m2 ó 17 años para un piso típico de 90m2. No solo eso; una persona tiene otros gastos imprescindibles (algunos de los cuales, también relacionados con la vivienda), lo cual nos lleva a una situación inadmisible: tomando que se usara el 50% del salario, y añadiendo las tasas de las hipotecas, fácilmente podemos estar más de 30 años pagando una vivienda.

Con el ritmo de vida actual en el que, dada la situación, las personas adquieren en propiedad la vivienda a una edad bastante tardía, las parejas no son tan estables como sería deseable y existen otros problemas como la inestabilidad laboral, no es difícil que algunas personas ya se hayan jubilado cuando acaben de pagar su hogar. Y si a esto añadimos la posibilidad de que nos toquen unos vecinos insoportables, la zona se convierta en inaccesible, peligrosa o, por cualquier razón, se tenga que cambiar la vivienda, el resultado es un cóctel molotov a punto de explotar.

viernes, 21 de marzo de 2008

Accidentes de Tráfico

Abren varios periódicos (véase, por ejemplo, aquí o aquí) con la noticia de que en lo que llevamos de semana santa se han registrado 28 muertos menos que en 2007 (36 respecto a 64 fallecidos durante el mismo periodo el año pasado; es decir, la tasa se ha reducido casi la mitad). Dejando de lado la estadística que nos avisa de que cierto grado de fluctuación en los datos es normal, por un lado es una buena y esperanzadora noticia; pero por otro lado también indica que queda mucho por hacer: no por ser menos dejan de ser muertes evitables.

Ante todo, no deja de resultar triste que, disponiendo de toda la tecnología que se halla en nuestras manos, aún sigan sucediendo este tipo de catástrofes. Tenemos coches con sistemas de frenado y dispositivos electrónicos preparados para evitar accidentes; aleaciones, estructuras metálicas y barras laterales especialmente diseñadas para proteger a los ocupantes en caso de colisión, y airbags, cinturones de seguridad y amortiguadores para mitigar la sacudida. ¿Cómo puede suceder entonces la tragedia? Existen también una multitud de factores externos que a veces no pueden ser evitadas (por el conductor o por la Dirección General de Tráfico), pero a veces sí.

Un dato que no se presenta en ninguno de los periódicos a los que he podido acceder era el flujo de vehículos en las dos fechas, para poder comparar. Evidentemente, lo primero que hay que plantearse ante este tipo de noticias es si el dato es realmente significativo. ¿Hubo un número de traslados similar en ambos casos? Si se desplazó la mitad de vehículos es lógico que haya la mitad de accidentes. ¿Fue el clima mejor que el año pasado? Si las condiciones meteorológicas fueron adversas es también razonable que haya más percances. ¿Estaban las carreteras en mejores condiciones? Tramos en obras, malas señalizaciones y puntos negros pueden contribuir a la desgracia.

Y llegamos así al punto de interés: Desde la DGT nos achicharran continuamente con anuncios que nos responsabilizan de la mayor parte de los accidentes de tráfico que suceden: conducción temeraria, bajo los efectos del alcohol o las drogas, a velocidad excesiva o con elementos de distracción tales como el móvil, los cigarrillos o incluso los niños que no están quietos en el asiento de atrás. Si bien es cierto que todos estos elementos son factores de riesgo para una conducción adecuada, no es menos cierto que con este tipo de mensajes lo que hace la DGT es lavarse las manos y descuidar otros factores no menos importantes que sí están en sus manos. Como ellos dicen, no podemos conducir por ti; pero sí pueden hacer otras muchas cosas por nosotros...

Lo primero que llama la es la enorme cantidad de puntos negros (actualmente 959, se pueden consultar aquí) que, año tras año, permanecen sin solución. Tramos peligrosos, curvas excesivamente cerradas, carreteras en mal estado o simplemente mal planificadas y construidas (como ejemplo, vías de un único carril y gran espacio vacío alrededor en lugares con gran afluencia de vehículos), baches y boquetes "parcheados" con un poco de gravilla y asfalto que se levanta al pasar una docena de coches por encima, mala señalización (algunas veces, no existen las señales, otras veces quedan inservibles por su mal estado o escondidas por otros elementos), guardarraíles y quitamiedos que más que para salvaguardar vidas sirven para amputar miembros y una ininterminable lista de factores que no dependen en absoluto del conductor y sí de la DGT. ¿Realmente se destina el dinero recaudado en las multas a arreglar y mejorar las carreteras?

En definitiva, la DGT no deja de alabarse y congratularse por sus brillantes ideas como el carné por puntos (de dudosa eficacia) cuando los datos hablan a favor y cargar su ira en contra de los conductores cuando los datos están en contra. La eterna verborrea de "si va bien es gracias a mí, y si va mal es por culpa de los demás". ¿No es eso, señor Pere Navarro, director de la DGT, un comportamiento infantil? Por cierto, ya que me dirijo a Vd, ¿le quitaron los 6 puntos del carné y le pusieron la multa de 1020 euros por las infracciones que se observan en este vídeo?


miércoles, 19 de marzo de 2008

Fiestas... ¿Religiosas?

Me resulta decididamente curioso el hecho de que en muchas discusiones en las que se argumentan de modo más o menos educado las creencias personales respecto a la religión, uno de los argumentos que se usan en contra de los ateos es que, si no fuera por la religión cristiana, no habría apenas fiestas. Así, es muy fácil escuchar frases del tipo "como eres ateo, vete a trabajar en navidad" o similares. Cabe decir ante todo que, rigurosamente, esas fechas eran días de guardar, muy alejados de lo que hoy consideramos como día festivo y que, realmente, su origen es, como mucho, pagano y muy anterior a la religión cristiana.

Así pues, tomemos por ejemplo el festivo por excelencia: el domingo. Etimológicamente del latín dominicus [dies] ([día] del señor), y a partir del texto bíblico "y al séptimo día, descansó", ésta ha sido clásicamente la jornada elegida para realizar la máxima "santificarás las fiestas"; ergo el día que tocaba arreglarse, ir a misa y cumplir con las obligaciones cristianas. Sin embargo, el hecho de que actualmente dispongamos de fines de semana libres para descansar no se debe a la iglesia sino al gran esfuerzo de los sindicatos durante la revolución industrial a finales del siglo XVIII y principios del XIX, ya que cabe recordar que entonces las jornadas eran de 17 horas diarías, sin festividades ni posibilidad de baja por enfermedad.

Como se ha mencionado, el origen de muchas festividades parece ser religioso. Así, por ejemplo, ahora estamos celebrando la pascua, que nos recuerda la pasión y resurrección de Cristo; o bien el éxodo del pueblo de Israel después de escapar del yugo egipcio gracias a Moisés. No obstante, no hace falta buscar demasiado para encontrar los orígenes paganos de esta festividad: la relación entre la pascua y la primavera no es inocente, sino que coincide con los tiempos de la cosecha de la cebada en Egipto. (aún actualmente, en regiones de Cataluña, se realiza una distinción entre "pascua florida" y "pascua de resurrección"). La voz alemana "Ostern" (pascua) deriva de Ostera, nombre de la diosa primavera entre los antiguos germanos. Por lo tanto, la relación pagana de la primavera con la festividad de la Pascua, resulta evidente.

Otro ejemplo también adecuado para estas fechas son las fallas valencianas. Según parece, están dedicadas a San José, pero en realidad son también de origen pagano, que se remonta a la época en la que los valencianos encendían hogueras para celebrar el equinoccio de primavera y el principio de la primavera. Lo mismo podemos decir de las hogueras de San Juan, coincidentes con el solsticio de verano; o incluso la navidad, sincronizada con el solsticio de invierno (cabe mencionar que diversos estudios históricos indican que el personaje histórico debió nacer antes de octubre)

Así pues, y volviendo al tema que nos ocupa, propongo dos soluciones para aquellos que claman al cielo (nunca mejor dicho) acerca del origen cristiano de las festividades: Una opción es olvidarme de todas las fiestas litúrgicas, manteniendo, sin embargo todas las civiles (día del trabajador, de la constitución, de la comunidad autónoma, etc), los días de descanso semanal y las fiestas de origen pagano (solsticios, equinoccios, etc). Otra opción es que, dado que estamos en un estado aconfesional, podríamos incluir y añadir a nuestro calendario festividades provenientes de diversas religiones... aunque me temo que esta solución no gustaría demasiado en ciertos círculos.

martes, 11 de marzo de 2008

Más Sobre el Sistema D'Hondt

Lo había dejado caer hace un par de entradas: Unas elecciones basadas en el sistema d'Hondt no tienen absolutamente nada de equitativo y, rompiendo aquella frase de que "todos somos iguales ante la ley", provoca que el voto de usted valga más que el mío (o al revés). Lo dicen los propios expertos: se trata de un método de reparto de escaños que favorece la creación de mayorías para gobernar. Hablando en plata, favorece el bipartidismo y pone trabas a los partidos minoritarios para que puedan acceder a los escaños.

Las elecciones del pasado día 9 son un claro ejemplo que nos muestra perfectamente cómo funciona este sistema. En la siguiente tabla se muestran diferentes partidos, los votos que han obtenido en estas elecciones, el porcentaje y los escaños que han obtenido con el sistema d'Hondt y los que habrían obtenido si el reparto hubiera sido realmente equitativo; es decir, basado en el porcentaje de votos obtenidos. Por cuestiones técnicas, la tabla sólo muestra aquellos partidos que, siguiendo alguno de estos métodos, hubiera obtenido por lo menos un escaño (clic para ampliar):



Hay varias cosas que saltan a la vista. La primera es que hay partidos que, aún teniendo un número de votos similar, han obtenido una cantidad de escaños diferente (véase el caso EAJ-PNV y ERC, por ejemplo), mientras que lo contrario también sucede: partidos que han obtenido muchísimos más votos se encuentran con un número de escaños similar a otros (el caso más escandaloso, sin duda, es el de IU que, habiendo obtenido más del tripe de votaciones que ERC obtiene un escaño menos que éste).

Siguiendo un método equitativo, el reparto de votos hubiera sido muy diferente y, por supuesto, más lógico. Hasta siete partidos más (es decir, casi el doble) hubieran obtenido representación. Por supuesto, en contrapartida, los dos partidos mayoritarios hubieran perdido escaños, lo que les alejaría de la mayoría absoluta y proporcionaría una mayor pluralidad al gobierno. Las ventajas son muchas: el gobierno debería hacer coalición y no tendría tanto poder para actuar a su libre albedrío, la oposición no se limitaría a un sólo partido y existirían alternativas reales a los partidos predominantes.

Mi opinión al respecto es clara: Se debe evitar en toda medida la inercia de votar directamente al partido de la oposición cuando existe un descontento con el gobierno de turno. Existen muchísimos más partidos a los que votar (en estos comicios, hasta un total de 92), y la excusa de que "es el partido que más opciones tiene" no hace más que propiciar todavía más el bipardidismo del que conviene huir y evidenciar la falta de madurez del votante, que debería votar por sus intereses, con razones argumentadas, más que por el arrastre del resto de votantes.

domingo, 9 de marzo de 2008

¿Y Esto...Para Qué Sirve?

No lo puedo evitar. Tal vez sea parte de mi deformación profesional, pero me hierve la sangre cada vez que oigo un comentario similar. La respuesta popular a cualquier artículo relacionado (aunque sea mínimamente) con la ciencia consiste básicamente en adoptar una de tres posturas igualmente indignantes: 1) La burla con origen en una profunda ignorancia de la que parece que el comentarista se quiere vanagloriar, 2) La convicción de que lo expuesto no sirve para absolutamente nada, o bien 3) la opinión de que con el dinero usado en esa investigación absurda se hubiera podido hacer tal o cual cosa (a completar por el lector). También es frecuente una mezcla de ambas.

Parece que a la gente común le molesta en demasía que se gasten unos cuantos millones de euros en investigación (que, como se verá, no es tan inútil como parece) mientras que se callan y miran para otro lado cuando, al mismo tiempo, se gastan cantidades muy superiores (ergo, con varias cifras de más) en cosas como obtener el contrato de un jugador famosillo para el equipo local, la publicidad, o la industria armamentística (léase, la guerra). Sin embargo, en la sociedad capitalista en la que vivimos, lo que interesa es obtener beneficios tangibles, cuanto antes mejor y, si se invierte en algo, debe resultar rentable a corto plazo lo que, por diversas razones, no sucede con la ciencia.

El problema estriba mayormente en que la ciencia no está incluída como parte de nuestra cultura general, lo que se resume hábilmente en el dicho común "es que yo soy de letras" en el que se reguarda una multitud de personas incluso cuando se trata de resolver la más mínima operación aritmética, propia de la educación primaria. Y es que hay gente que incluso se enorgullece de tener escasos conocimientos de ciencia, como si ello fuera una virtud. Otros, por otro lado, argumentan que la ciencia es para locos, frikis o gente muy inteligente o con alto coeficiente intelectual, echando así por tierra los esfuerzos que hacen los divulgadores para expresar los conceptos de forma comprensible.

Sobre la utilidad de la ciencia, está claro que hay investigaciones (como una cura para el cáncer o el sida) que parecen mucho más útiles que otras (como el estudio galaxias lejanas). No obstante, debemos ampliar nuestras miras y pensar a largo plazo. Una anécdota clásica es la siguiente: Se dice que cuando Michael Faraday explicó su descubrimiento de que un imán en movimiento inducía corrientes eléctricas en un conductor, el primer ministro británico de la época, Robert Peel, le preguntó “¿Y esto para qué sirve?”, a lo que Faraday respondió “¿Para qué sirve un recién nacido?”. Actualmente los generadores eléctricos funcionan basados en este principio y, sin ello, viviríamos en un mundo sin electricidad, sin comunicación instantánea a distancia, sin medios de comunicación y sin las más básicas comodidades.

Se pueden encontrar multitud de ejemplos más modernos: Sin la investigación aeronáutica no existirían muchísimos materiales de gran utilidad como los uniformes de bomberos, capaces de soportar grandes temperaturas o metales ligeros ideales para la construcción. Sin los conocimientos obtenidos a través de la astrofísica no podríamos pensar en la fisión, una fuente de energía limpia que resolviera nuestros problemas energéticos y contaminantes (véase la web del ITER, donde ya se está construyendo un prototipo de este reactor). Sin descubrimientos producidos en el CERN acerca de fenómenos nucleares, no tendríamos resonancias magnéticas, tomografías, tratamientos contra el cáncer o, en general, medicina nuclear. Y, por increíble que parezca, lo que empezó como una mera curiosidad por saber si la luz es una onda o una partícula (y que le valió a Albert Einstein el premio Nobel) ha terminado proporcionándonos la televisión, las puertas automáticas, las células fotovoltaicas (base para los paneles solares) o, en úl instancia, en cierto tipo de diodos, con lo que ello conlleva para la electrónica.

La ciencia cumple además varias funciones en beneficio de la sociedad: 1) la creación de nuevos conocimientos, lo que permite estar al tanto en los avances a nivel mundial, 2) su potencial capacidad en la toma de decisiones en ámbitos nacionales sobre bases objetivas y racionales, lo que a su vez potencia el desarrollo económico, 3) la contribución a la educación, no sólo a nivel escolar sino también como parte de la cultura, en su labor de informar a la sociedad eliminar los prejuicios irracionales tales como oscurantismo, creencias en tarots, artes adivinatorias, charlatanerías paranormales y conspiraciones paranoicas productos de la ignorancia o 4) la mejora en la calidad de vida a partir de la tecnología.

...Después de esto, ¿aún piensa el lector o lectora que la ciencia y la investigación no sirven para nada?

sábado, 1 de marzo de 2008

Problemas del Voto

En un sistema democrático (aún con todos los inconvenientes que se han mencionado anteriormente), la base está en el poder del pueblo (ejem) a través del voto. El gran logro de la democracia y base de todo sistema político moderno está en el sufragio universal. Además, para evitar coacciones, presiones de terceros o incluso represarias del propio gobierno, se realizan una serie de medidas para garantizar que el voto es secreto. Todo esto para asegurar el buen funcionamiento de la democracia y confirmar que somos los ciudadanos los que realmente decidimos, libres de ataduras y perfectamente conscientes, quién gobierna nuestro país. Con todo, como suele pasar, las cosas siempre son mejorables.

Empecemos analizando si el voto es realmente secreto: es perfectamente sabido que cuando se introduce la papeleta en la urna no incluímos ningún tipo de información personal y no queda rastro de nuestra identidad. No obstante, hay varios detalles a tener en cuenta. Primero, se conoce perfectamente la distribución de votos por provincias, lo que podría causar cierto tipo de afinidad o favoritismo frente a las provincias que representan una mayoría para el partido en funciones. Además, dado que la votación se realiza por medio de colegios electorales, sería muy fácil rastrear el origen de las papeletas hasta cada uno de esos centros y hacer distribuciones de votos por barrio. ¿Es realmente seguro para unas elecciones que se pueda conocer el origen de cada voto hasta este punto?

Como se ha mencionado, en la práctica las elecciones se convierten en 52 comicios provinciales. En España se utiliza el sistema D’Hondt: el reparto territorial sucede del siguiente modo: cada provincia obtiene dos escaños fijos (excepto Ceuta y Melilla, que reciben uno) y el resto de escaños se reparte según la población de cada provincia. Éste sistema tiene varias consecuencias: la más inmediata es que diferentes provincias ganan o pierden escaños de unas elecciones a otras, con las evidentes repercusiones político-electorales. Más aún, ciertas candidaturas pueden ganar o perder escaños aún teniendo el mismo número de votos que en otras ocasiones. La segunda consecuencia es que algunas poblaciones son sub-representadas y un único voto acaba teniendo más o menos valor dependiendo del lugar donde se vota. La tercera es que los partidos minoritarios tendrán siempre acceso a un número muy restringido de escaños, favoreciendo siempre así a los partidos mayoritarios. ¿A qué queda reducido el supuesto de "un ciudadano, un voto"?

Otro aspecto es que se supone que, durante las elecciones, el deber de los diferentes partidos y sus representantes es exponer sus programas, ideas, recursos y propuestas; mientras que el de los votantes es analizar fríamente las diferentes opciones para luego elegir la que considera más beneficiosa, tanto para sus propios intereses como para el bienestar de la nación. Nada más lejos de la realidad: mientras los partidos se dedican a echarse las culpas los unos a los otros sin tener un programa electoral claro, los votantes se comportan como hinchas en un partido de fútbol, en el que su "equipo" (al que parecen afiliados de por vida) es el mejor, haga lo que haga, sin tener en cuenta las diferentes alternativas ni aplicar un mínimo de raciocinio, juicio o lógica. El resultado es por todos conocido: en vez de votar cada vez al que más conviene, el elector medio se convierte en seguidor de un partido en concreto e inmediatamente tacha al que no comparte su ideología como "facha", "rojo", o el adjetivo que corresponda en cada caso.

En definitiva: sólo podemos ejercer nuestro derecho muy de vez en cuando y, cuando por fin estamos es disposición para ello, tampoco nos encontramos con la situación ideal: un autobombo masivo y descalificaciones al oponente como campaña electoral; un lavado de cerebro al votante que, lamentablemente, parece no estar aún suficientemente preparado para ejercer su derecho, lo que es aprovechado por ciertos individuos; y unos comicios en los que se prima a los partidos mayoritarios y el número de escaños que se obtienen no es en absoluto proporcional al número de votos obtenido. Un cóctel perfecto para que las elecciones no sean tan democráticas como parece.