domingo, 20 de enero de 2008

9M: El Debate Digital

Varios medios digitales han pedido oficialmente a los dos principales partidos políticos, PSOE y PP, que sus respectivos cabezas de lista en las elecciones legislativas del 9 de marzo próximo realicen un debate en internet abierto a todos los medios on line, además de los dos debates en televisión ya acordados. La idea es buena: ya hay más de 20 millones de internautas que utilizan internet como medio para comunicarse y acceder a la información, hay un gran número de votantes que, residiendo en el extranjero sólo tenemos este medio para acceder a los debates, y además ofrece una participación en tiempo real de la que carecen otros soportes.

Sin embargo, no todo es tan bonito: en primer lugar cabe resaltar el bipartidismo del que hace gala este debate. Es bastante evidente que es mucho más sencillo que dos partidos se pongan de acuerdo y accedan al debate antes que lo haga todo el séquito de partidos; no obstante, si no damos opción a los partidos minoritarios, ¿cuál es la línea que nos separaría de decir que no deberían participar en las elecciones, precisamente por argumentar que no tienen opciones? No estamos en un sistema bipartidista y deberíamos poder oir las contribuciones de todos y cada uno de los candidatos. De otro modo, los partidos grandes engordan aún más con esta publicidad mientras que los pequeños van desapareciendo del mapa político.

Una buena idea sería que los internautas pudieran lanzar una pregunta y dejar que los candidatos no sólo la contestaran sino que debatieran acerca de ella. Muy a mi pesar, se juntan aquí dos elementos: Por un lado, hay preguntas que se pueden hacer de forma punzante, soberbia, de modo que si se expresan correctamente pueden dejar a los candidatos entre la espada y la pared, y les costaría mucho esquivar la pregunta. En cambio, si los medios modifican la forma de la pregunta -o incluso la censuran- para hacerla "políticamente correcta", entonces ésta ya no servirá de nada. Por otro lado, Los debates suelen ser una sarta de eslóganes, más o menos inspirados en función de la capacidad interpretativa del político de turno y de la calidad del equipo de asesores. Con los formatos actuales, se limitarán a repetir lo que ya sabemos dirá cada uno, en un diálogo de sordos, cuando no de besugos.

En un debate de este tipo, además, se da el caso que se pierde toda la tonalidad que ofrece el lenguaje corporal. Lo más interesante de un debate suele ser ver las reacciones, los cambios de tono de voz o lo descolocados que se quedan con algunas preguntas: una persona eduacada en ese aspecto podría discernir ese cruce de brazos que indica la introversión, un parpadeo constante que indicaría mentiras u otros matices altamente interesantes. En un debate a través de la red, además, no podríamos estar seguros de que realmente son los candidatos los que responden, y en el caso de que lo fueran tendrían un séquito alrededor para matizar y redondear cada respuesta.

En definitiva, lo que seguro que no vamos a ver es a los ciudadanos de a pie efectuando preguntas directas, concisas; educadas pero incisivas, que interesen a gran parte de los españoles y que sean contestadas de forma directa y rotunda por cada uno de los candidatos, ofreciendo enlaces a la documentación empleada para facilitar el acceso a los ciudadanos, de modo que se pueda juzgar también la fiabilidad y perspectiva de los datos utilizados. Esto, claro está no es lo que interesa a los políticos... Y si sucediera así, claro está, dejaría de ser política.

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