martes, 8 de julio de 2008

Dinerocracia (1)

Comenzaba la descripción de este blog diciendo que, en contra de lo que opinaban otras personas, el hecho de que éste sistema de gobierno sea el mejor que conocemos no implica necesariamente que no pueda mejorar. Puede hacerlo, y muchísimo; de otro modo, este blog no tendría sentido. Pero lo que me planteo hoy no es un pequeño ajuste, un parche aquí o allá para mejorar cierta situación. El propósito de esta entrada (y de la siguiente, si todo va según mis planes) va un poco más allá, planteándose el hecho de que la sociedad en la que vivimos no sólo es pésima sino que además está condenada al fracaso.

Vivimos en una sociedad de usar y tirar. Podemos llamarlo sociedad capitalista, consumismo o como queramos, pero eso no cambia las cosas: nuestro sistema está diseñado para gastar, cuanto más mejor. Hay que ganar dinero, y para ello hay que vender. Y si hace falta se crearán necesidades artificiales, productos perecederos o castrados o trucados para que duren menos o cualquier tipo de artimañas posibles. Y por supuesto, ¿para qué vamos a usar un producto imperecedero si podemos obtener una versión desechable que nos invitará a comprarlo una y otra vez?

Así funcionan las cosas: invente usted una nueva necesidad (ayúdese de la publicidad si es necesario), ponga precio a su producto y asegúrese de que al poco tiempo se gastará, se estropeará, aparecerá una nueva versión más moderna y llamativa (no necesariamente mejor) o dejará de ser compatible con los estándares. Todo por el bien de la economía, claro. Porque es evidente que usted deberá ganar cada año más y más beneficios (que sus trabajadores ni olerán), o de lo contrario su empresa estará en crisis. Y bien es sabido que así es como comienzan las crisis en los países, y es su deber como ciudadano impedir que eso ocurra, ¿verdad?

Segunda lección: exporte su producto y mantenga el precio: recuerde la constante universal 1 dólar = 1 euro. Si añade un pequeño complemento a su producto cerciórese de que ésto influye drásticamente en el precio. Si lo que presenta es novedad, asegúrese de que el precio es igual o superior al producto anterior, aunque el proceso de fabricación sea más barato. Recuerde: al fin y al cabo, ¡es una novedad! Y sobretodo, para los más osados: haga amigos. No se afilie a ningún color; simplemente siga a quien tenga el poder en ese momento. Si es lo suficientemente inteligente, el gobierno de turno acabará trabajando para usted, devolviéndole favores y haciendo que su empresa disponga de inmunidad para hacer y deshacer a su antojo.

Pero, como ya se ha dicho, hay que aumentar los beneficios. Ésto que consigue de varias maneras: aumentando el precio mediante triquiñuelas, engaños o simplemente de forma descarada, o produciendo más, ampliando el mercado. El problema en este sentido estriba en los recursos: está claro que existirá una cierta proporcionalidad entre los recursos utilizados y las ganancias obtenidas. Ergo, y dada la voracidad ya mencionada de una sociedad capitalista-consumista, cada vez se usarán más recursos (algo a lo que ya estamos acostumbrados). Pero nuestro planeta es finito y los recursos empiezan a escasear... y las consecuencias de ello serán el tema de mi próxima entrada.

3 comentarios:

Telcarion dijo...

Das totalmente en el clavo. El argumento implícito que reside en el fondo del capitalismo a modo de pilar del sistema (si entendemos que se diseña como un sistema bueno) es que el beneficio económico producirá un beneficio social (es decir, que acaba beneficiando a las personas). La parte correcta del argumento es que el crecimiento económico genera empleo, bienes, tecnología, etc. Pero lo que se omite es que muchas veces se contraponen el beneficio económico y el beneficio social o la salud del medio ambiente. Y desde el momento en que se eleva a la categoría de dogma un argumento parcial, se invierten las tornas: el capitalismo es un sistema que debería servir a los hombres. Sin embargo, ahora son los hombres los que sirven al capitalismo. Prueba de ello es que muchas veces los hombres son considerados como medio, en forma de trabajador o consumidor, para el correcto funcionamiento del sistema o el beneficio de la empresa (como muestras en los ejemplos), y no como fin, que sería lo deseable.

Y por supuesto, otro de los fundamentos del capitalismo es el crecimiento no continuo, sino acelerado: no sólo hay que crecer más, sino crecer más rápido. A costa del agotamiento de los recursos naturales, de desastres ecológicos, etcétera. Pero el problema de la energía, la sangre de la economía del siglo XXI, es un sólido muro inquebrantable que se acerca poco a poco desde el horizonte: ni siquiera los magnates del capitalismo pueden violar las leyes de la Termodinámica (aunque puedan pasarse por el forro las leyes humanas). Habrá que ver si la crisis energética (que se producirá, porque nadie quiere ser el primero en dejar de lado el petróleo, y en Bali todo lo que han hecho son figuritas de humo) sirve al menos para despertar las conciencias y evolucionar algo...

Valadrem dijo...

¿No serás Doctor en Economía, en Ciencias Políticas o en alguna ****** de esas?

Has resumido perfectamente el secreto del éxito. Iba a decir que espero que no caiga en malas manos, pero creo que ya es tarde para eso...

Asgard dijo...

Pues no Valadrem. Voy camino de ser doctor, pero en absoluto de esas ramas... De hecho, cuando alguien me planteó estudiar alguna de esas licenciaturas de temática parecida le contesté que conociendo cómo eran ciertas leyes, esos estudios me harían vomitar sobre la sociedad.
...Y parece que al final no he necesitado nada de eso para acabar vomitando sobre ella.