miércoles, 19 de marzo de 2008

Fiestas... ¿Religiosas?

Me resulta decididamente curioso el hecho de que en muchas discusiones en las que se argumentan de modo más o menos educado las creencias personales respecto a la religión, uno de los argumentos que se usan en contra de los ateos es que, si no fuera por la religión cristiana, no habría apenas fiestas. Así, es muy fácil escuchar frases del tipo "como eres ateo, vete a trabajar en navidad" o similares. Cabe decir ante todo que, rigurosamente, esas fechas eran días de guardar, muy alejados de lo que hoy consideramos como día festivo y que, realmente, su origen es, como mucho, pagano y muy anterior a la religión cristiana.

Así pues, tomemos por ejemplo el festivo por excelencia: el domingo. Etimológicamente del latín dominicus [dies] ([día] del señor), y a partir del texto bíblico "y al séptimo día, descansó", ésta ha sido clásicamente la jornada elegida para realizar la máxima "santificarás las fiestas"; ergo el día que tocaba arreglarse, ir a misa y cumplir con las obligaciones cristianas. Sin embargo, el hecho de que actualmente dispongamos de fines de semana libres para descansar no se debe a la iglesia sino al gran esfuerzo de los sindicatos durante la revolución industrial a finales del siglo XVIII y principios del XIX, ya que cabe recordar que entonces las jornadas eran de 17 horas diarías, sin festividades ni posibilidad de baja por enfermedad.

Como se ha mencionado, el origen de muchas festividades parece ser religioso. Así, por ejemplo, ahora estamos celebrando la pascua, que nos recuerda la pasión y resurrección de Cristo; o bien el éxodo del pueblo de Israel después de escapar del yugo egipcio gracias a Moisés. No obstante, no hace falta buscar demasiado para encontrar los orígenes paganos de esta festividad: la relación entre la pascua y la primavera no es inocente, sino que coincide con los tiempos de la cosecha de la cebada en Egipto. (aún actualmente, en regiones de Cataluña, se realiza una distinción entre "pascua florida" y "pascua de resurrección"). La voz alemana "Ostern" (pascua) deriva de Ostera, nombre de la diosa primavera entre los antiguos germanos. Por lo tanto, la relación pagana de la primavera con la festividad de la Pascua, resulta evidente.

Otro ejemplo también adecuado para estas fechas son las fallas valencianas. Según parece, están dedicadas a San José, pero en realidad son también de origen pagano, que se remonta a la época en la que los valencianos encendían hogueras para celebrar el equinoccio de primavera y el principio de la primavera. Lo mismo podemos decir de las hogueras de San Juan, coincidentes con el solsticio de verano; o incluso la navidad, sincronizada con el solsticio de invierno (cabe mencionar que diversos estudios históricos indican que el personaje histórico debió nacer antes de octubre)

Así pues, y volviendo al tema que nos ocupa, propongo dos soluciones para aquellos que claman al cielo (nunca mejor dicho) acerca del origen cristiano de las festividades: Una opción es olvidarme de todas las fiestas litúrgicas, manteniendo, sin embargo todas las civiles (día del trabajador, de la constitución, de la comunidad autónoma, etc), los días de descanso semanal y las fiestas de origen pagano (solsticios, equinoccios, etc). Otra opción es que, dado que estamos en un estado aconfesional, podríamos incluir y añadir a nuestro calendario festividades provenientes de diversas religiones... aunque me temo que esta solución no gustaría demasiado en ciertos círculos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

esta bien y serio bacan