miércoles, 7 de octubre de 2009

La Ciencia en España no Necesita Tijeras...

Llega el día en el que quiero dar una razón por la que pienso que no se debería recortar de manera tan drástica el presupuesto dedicado a la investigación y me encuentro con el problema de que no me puedo decidir. Por más que lo pienso, la elección resulta complicada. ¿Por qué? Ciertamente, no hay una única razón, sino muchas; muchísimas en realidad. Y estoy seguro de que unos cuantos centenares de blogs dirán multitud de razones, cada una de ellas diferente. ¿La modernización? ¿Una buena opción para crear puestos de trabajo al mismo tiempo que se invierte en el futuro? ¿Calidad? ¿Patentes tecnológicas que se puedan exportar? ¿Pioneros en temas de salud o aprovechamiento energético, por poner un par de ejemplos? Seguro que cada uno de estos interrogantes darían mucho para hablar y serían por sí mismos suficientes, pero me gustaría hacer una reflexión particular.

Siempre ha habido países pioneros, líderes, o más desarrollados que el resto, que han sido los tradicionalmente impulsores. Hoy en día, está clara la dicotomía entre países primer y tercermundistas. Más aún, sabemos que hay potencias mundiales en diversos factores. Estados Unidos es un ejemplo a nivel mundial (las bolsas de valores siempre están pendientes de Wall Street, por ejemplo), mientras que Alemania sería un ejemplo en la propia UE. ¿Qué factores hemos de tener en cuenta para saber cuán avanzado está un país? ¿Cuál es la gran baza de un país? ¿Cómo se puede medir este hecho? Tradicionalmente se ha echado mano de diversos factores como el PIB, el salario medio (nada que ver con el salario más habitual, como ya se comentó aquí) o factores similares. Sin embargo, sería interesante un cambio de perspectiva.

Aquí es donde dejo mi opinión, y con ella, la razón con la que quiero complementar el título de esta entrada: ¿Cómo sería si un país se midiera por su capacidad investigadora? No sólo por la cantidad o calidad de investigadores (que de eso no falta en España), sino también por su continuidad, por la financiación que puedan obtener, no solo a corto sino también a largo plazo (ergo, libres de tonterías y antojos políticos de cuatro años de validez). No importa la industria del ladrillo, ni la cantidad de bancos que se dedican a desvalijar al ciudadano, ni la gran reserva armamentística o nuclear. Lo que realmente debería ser importante es la cantidad de cerebros, sabios, eruditos e investigadores que tienen posibilidades reales de progresar en su ámbito a nivel nacional, sin tener que emigrar en busca de una mejora de condiciones.

Señores, la ciencia no entiende de política. Los resultados a veces salen con relativa facilidad, a veces se obtienen con años (incluso una vida entera) de esfuerzo. Las aplicaciones no van a estar en las tiendas antes de los cuatro años para las siguientes elecciones, y mucho listas para el siguiente presupuesto anual pero, como cualquiera puede ver nada más mirar a su alrededor, los resultados valen la pena. Al respecto, creo que no es necesario repetir lo que ya dije en los últimos párrafos de esta entrada. ¿De verdad es necesario repudiar un proyecto de investigación que podría dar grandes beneficios para la humanidad solo porque éstos van a ser a largo plazo? Si lo que realmente importa fuera en verdad tenido en cuenta, un país sería recordado por sus Severo Ochoa, sus Einstein o sus Mme. Curie; y no por sus Britney Spears, Zidane u Obregón que, si bien son o han sido grandes figuras mediáticas, sus contribuciones a la humanidad no han pasado del "pan y circo".

En definitiva, la sociedad avanza gracias a la investigación, gracias a la curiosidad ¿innata? del ser humano para descubrir lo que sucede a su alrededor, gracias a proyectos científicos. Éstos proyectos no nacen solos y se necesita un presupuesto, no sólo para financiarlos sino además para que los investigadores puedan vivir de ello y se puedan dedicar a tiempo completo a ellos. Ésta es la verdadera razón que debería hacer a un país líder y eso es, precisamente, lo que el gobierno parece querer evitar a toda costa. Desgraciadamente, parece que para éste, es más importante financiar a los grandes (millonarios) empresarios, a unos cuantos directores de cine que tienen pérdidas porque aún no se han enterado que no sirven para ello, o crear ministerios nuevos que, se ha demostrado, no sirven para nada.

No señor, hemos de empezar a entender que lo que realmente importa no son las patadas a un balón o las curvas de la última participante de Gran Hermano, sino el trabajo de todos estos profesionales de la investigación, que es lo que realmente puede impulsar la nación con un desarrollo tecnológico sin precedentes, con todo lo que ello conlleva en términos de patentes, eficiencia medioambiental, salud, bienestar social y calidad de vida. Éso, y no otra cosa, es lo que debería, realmente, hacer grande a un país. Tenemos que apoyar el trabajo de estos grandes pensadores, financiarlo y darle el respeto y la autoridad que se merecen. Ésta es, en definitiva, mi razón para decir que la ciencia en España no necesita tijeras.

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