martes, 19 de febrero de 2008

España no te Reconoce

Según informan varias fuentes (véase aquí o aquí), "España no reconocerá la independencia de Kosovo". Ésto no son más que las declaraciones del ministro de asuntos exteriores, Miguel Ángel Moratinos. Pues bien, entonces que no hagan un titular tan pretencioso: En todo caso es el gobierno español el que no reconoce la independencia; pero que yo sepa, ni a mí me han preguntado, ni a usted tampoco, ni se ha hecho ningún referendum. Es más, dudo que el ciudadano medio tenga una opinión sólida para decidirse: no es algo que (por lo menos inmediatamente) vaya a afectar a nuestras costumbres diarias.

Tal vez se me pueda tachar de pretencioso o exagerado, pero quiero dejar claro que esto es sólo un ejemplo de lo que quiero dar a entender: muchas veces se clama a los cuatro vientos que España esto o España lo otro dando a entender que, en realidad, es el gobierno el que ha decidido sobre un cierto tema en particular. Si bien es cierto que precisamente ésa es su labor: representarnos y tomar ciertas decisiones en nuestro lugar, también es igualmente cierto que hay determinados aspectos que no se pueden, no se deben extrapolar y que, de hacerlo, pueden acabar en terreno peligroso.

Porque cuando me hablan de España, a mí no me vienen a la mente los cuatro politicuchos que aparecen en la prensa cuando les conviene, promulgan leyes que parecen locuras para el ciudadano de a pie y aprovechan su puesto de poder para ganar cierto dinerillo extra. Lo siento, pero para mí España somos los españoles, todos y cada uno de los 45.200.737 españoles que compartimos el habla, la cultura, las raíces y las tradiciones de este país, vivamos o no en él. Y, por mucho que nos represente, un sólo ciudadano no puede hablar ni por mí ni por todos nosotros.

Como vengo diciendo, el sistema que tenemos dista mucho de ser todo lo democrático que propugna ser. Una vez a las mil tenemos derecho a elegir (¡indirectamente!) a nuestro representante. Y parece que a partir de ahí cuando éste representante decide actuar por su cuenta, hablar por nosotros, declarar en vez de nosotros; todo ello sin tenernos en cuenta. Este sistema ya existía antiguamente y tenía la coletilla de "todo para el pueblo pero sin el pueblo".

Diga usted lo que quiera, pero el hecho de que la mitad de la población decida a un grupo como el menos malo para gobernarnos, no le debería dar derecho al líder de ese grupo para poner en nuestras bocas ciertas opiniones ni criterios. ¿Quiere usted, que nos gobierna, hacer algo? Muy bien, pero no diga luego que España, el grueso de españoles ha decidido hacer eso. Le recomiendo que antes pida nuestra opinión y que -por supuesto- la tenga en cuenta.

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