martes, 8 de abril de 2008

China y los Juegos Olímpicos

Beijing 2008. La vigésimo novena edición de los juegos olímpicos, que se celebrará del 8 al 24 de agosto, tendrá sede en esta población de China. La ciudad fue elegida el 13 de julio de 2001 durante la Sesión 112 del Comité Olímpico Internacional (COI) en Moscú. Aunque las candidaturas de París y Toronto eran mejores, el COI estaba interesado en que los juegos se celebraran en China, el país más poblado del planeta. Esta decisión fue muy discutida por las violaciones de China a los derechos humanos. En aquel momento no hubo una masificación de la prensa al respecto, pero desde que la problemática con el Tíbet (que tampoco es nueva) está apareciendo en los medios, muchas voces se han levantado en contra.

Por lo que parece, existen varias facciones que pretenden boicotear los Juegos Olímpicos (con actos como, por ejemplo, intentar apagar la llama olímpica). La principal razón que esgrimen es la de la violación de los derechos humanos ¿Cómo es posible - indican - que unos juegos que se basan en la igualdad y respeto se celebren en un país en el que estos derechos no se cumplen? ¿Por qué no se hace algo al respecto después de ver todo lo que está sucediendo? La respuesta muchas veces recae sobre los intereses económicos y no niego que en gran parte tengan razón: al fin y al cabo, los JJOO mueven unas cantidades de dinero inimaginables; pero, en contra de lo que puedan pensar algunos, el boicot a estas alturas no es una solución sensata.

Lo primero, mencionar lo evidente: por mucho que los medios de comunicación nos peguen la tabarra con el tema, no hay nada nuevo bajo el Sol. Cuando se eligió Pekín como sede de los Juegos Olímpicos, todo el mundo sabía la situación existente: la pena de muerte, censura, políticas de persecución,... De hecho, una de las condiciones que impuso el COI fue que China debería comprometerse a mejorar la situación de los derechos humanos en el país, algo que van controlando desde Amnistía Internacional o Human Right Watch. De hecho, la elección de ese país como anfitrión puede aprovecharse para denunciar los abusos del gobierno, fomentar la apertura, ejercer presión sobre las instituciones y animar las reformas. En definitiva, para impulsar un cambio a mejor en China. Así se explica en este enlace (en inglés).

Un boicot tampoco causaría muchos beneficios -tal vez sí a las potencias competidoras de China- ya que en nada ayudaría a las verdaderas víctimas (los trabajadores) y menos aún contribuiría a una mejora democrática. Después de todo el empeño y el esfuerzo puesto en la empresa, un boicot sólo podría convertirse en una jarra de agua fría que acabaría con un gran número de personas en paro, un montón de patrocinadores y empresas envueltas en un problema que involucraría millones de clientes y una crisis económica y social. Al fin y al cabo, ¿a quién ayudaría un boicot? Incluso el Dalai Lama se opone a esta idea y ha expresado que no beneficia al Tíbet.

Así pues, veamos que los Juegos olímpicos transcurran su curso normal y veámoslos como una oportunidad para China para que demuestre al mundo que se merece ser sede olímpica. Al fin y al cabo, existen propuestas mucho más razonables. Por ejemplo, las delegaciones internacionales se podrían ausentar del palco durante los actos inaugurales, como gesto simbólico. Son medidas menos drásticas y posiblemente más eficaces.

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