jueves, 3 de abril de 2008

Eurovisión, Chikilicuatre & Co.

Todo comenzó en 1955, con una Europa de postguerra, de la mano de Marcel Bezençon, un trabajador francés de la Unión Europea de Radiodifusión (EBU), durante una reunión en Mónaco. La idea surgió a partir del festival de San Remo, en Italia, pero con proyección internacional. El trasfondo del proyecto fue un experimento tecnológico para transmitir televisión en vivo simultáneamente a todos los países de la Unión en una época en la que la televisión por satélite aún no existía. Además, se intentaba conseguir de nuevo una identidad para Europa. La primera representación fue realizada en Lugano (Suiza) el 24 de mayo de 1956, con la participación de siete países: Bélgica, Francia, Alemania, Luxemburgo, Países Bajos, Italia y Suiza; siendo éste último el ganador.

España participó por primera vez en el año 1961 con el tema "Estando Contigo", interpretado por Conchita Bautista, que quedó en el noveno puesto (de 16). Evidentemente existían muchas razones políticas por aquel tiempo; la principal: el lavado de cara que se le quería dar a España durante el periodo franquista y un creciente deseo de formar parte de la por aquel entonces Comunidad Económica. Cuando cada año empezaba a sonar la típica tonadilla y aparecía el logotipo del Festival de Eurovisión se reunía a los habitantes del país y nos hacía sentir más "europeos", más cercanos a ese grupo de países más avanzados tecnológica y económicamente y menos descolgados del continente. Además, claro está, el concurso sirvió de catapulta publicitaria para situar nuestro país como destino turístico.

Actualmente esto ha pasado a la historia -salvo, en algunos casos, para los países del este- y casi se podría decir que Eurovisión sobrevive gracias al tirón y la inercia. Cuando antiguamente se enviaban a los mejores artistas (véase, Abba, Julio Iglesias, Mocedades, Céline Dion,...) ahora parece que se especializa en enviar al famosete de turno. No se puede negar: Eurovisión está de capa caída y su decadencia es evidente. A pocos les importa ya el festival y, por una vez, hemos decidido que hay que enviar a un representante a la altura de las circunstancias. No somos los únicos: nosotros con Chikilicuatre y los irlandeses con el pavo Dustin vamos a dar un paso hacia adelante. Por primera vez nos reiremos con Eurovisión, nos reiremos de Eurovisión. Y, eso sí, con estilo y a propósito. Giremos la tortilla: si hasta ahora hacíamos el ridículo en Eurovisión, ahora que Eurovisión haga el ridículo en Europa.

¿Y qué decir del sistema de puntuación? Si bien es verdad que la canción tiene algo que decir, ¿quién no recuerda las predicciones de José Luis Uribarri, casi siempre acertadas, en cuanto al sentido de voto de los diferentes participantes? Era muy sencillo comprobar como los paises colindantes siempre se votaban entre ellos, y lo mismo podríamos decir de aquellos con afinidades o un gran número de inmigrantes. Actualmente -no podía ser de otro modo- el sistema de votación se ha convertido en un negocio basado principalmente en mensajes por SMS que se dedican a enviar las joventudes para votar a su favorito.

A modo de reflexión personal, no puedo evitar recordar cómo ha cambiado el ansia de participación en este concurso a lo largo del tiempo. Ahora que todo es una falacia y el fracaso es algo indiferente que hasta incluso puede ofrecer algo de fama, un tropel de artistas desean participar en el evento. No hay más que recordar lo que sucedió cuando la copia de American Idol en España (llamada Operación Triunfo) ofreció como premio la participación en éste, o cuando este mismo año cientos de personas colgaron su vídeo como candidatos en espera de ser votados. Recuérdese que no siempre fue así: en tiempos pasados, cuando aún existía algo de calidad, pocas personas deseaban ir; algo que se refleja con humor en las viñetas de J. Cos y Miguel, "Ricky y los Desahuciados" (véase la tira cómica aquí, gracias a Serie Z). Tal vez, un día ganaremos el festival, cuando presentemos la canción "churro en almíbar" o... quien sabe, la canción "tómate un tomate".

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