domingo, 24 de agosto de 2008

GP de Fórmula 1 en Valencia

Comenzó con una gran polémica: ¿para qué montar todo un circuito urbano desde cero si ya se dispone del circuito de Cheste (a unos pocos kilómetros de distancia) en los que ya se han realizado grandes premios de motociclismo y simplemente necesitaba un pequeño reajuste para adaptarlo a las necesidades de la Fórmula 1? En Mónaco es hasta cierto punto lógico que exista el circuito urbano: aparte de la gran historia que tiene como circuito emblemático, no hay otro espacio posible para ello. Sin embargo, ¿cuál es la razón en Valencia? La respuesta es clara: inversiones, capitalistas y unos cuantos intereses políticos que -como siempre- dejan al ciudadano completamente al margen y, en este caso, además, completamente perjudicado.

Por mucho que digan algunos que este tipo de eventos está aportando mucho dinero a la capital levantina, dígame usted, sinceramente: ¿cúanto dinero ha llegado a sus manos gracias a estos eventos? Como suele ser habitual, los beneficios acaban recayendo en las mismas manos de siempre: empresarios, peces gordos, especuladores y, en menor medida, algunos afortunados en forma de hosteleros o habitantes de edificos con vistas al evento. En referencia esto último, por cierto, es digno de mención que ni siquiera lo bares cercanos podrán aprovecharse -y justamente en días clave de verano, que es cuando más trabajo tienen- porque la organización les obliga a cerrar sin ni siquiera indemnizarlos, como se puede leer, por ejemplo, aquí.

Otra de las razones que se argumentan a menudo es que estos eventos pueden catapultar la capital a un reconocimiento internacional. Bien se encargan de ello colocando el circuito cerquita del puerto, para que se observen claramente los yates que quedaron de la Copa América, la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el Puente de Calatrava y otras lindezas que hagan parecer a los valencianos muy cool de cara al público. Pura fantasmada que, además de promulgar el tan dañino tanto tienes, tanto vales, no sirve absolutamente para nada: la experiencia me indica repetidamente que, por mucha visita del Papa, mucha American's Cup, Fórmula 1 y cualquier chorra-evento que se quiera mencionar, la mayoría de los extranjeros sólo sitúan Valencia cuando finalmente se les indica su posición respecto Madrid o Barcelona.

Resaltemos que existe una cantidad de dinero -público, por supuesto- invertido en este tipo de proyectos: desde todo lo que ha hecho falta para sobornar a ciertas personas y mover ciertos engranajes hasta la compra de derechos, pasando, como no, por por la construcción y habilitación de las instalaciones necesarias. ¿Las ganacias al respecto? Ninguna, como ya se ha dicho. Y mientras tanto, una infinidad de infraestructuras mucho más necesarias para el ciudadano de a pie se quedan sin presupuesto: la renovación tan necesaria de la linea 1 de metro no sucedió hasta que ocurrió un grave accidente (en el que la empresa, por supuesto, se lavó las manos), una ampliación hacia el aeropuerto no se proyectó hasta que resultó conveniente para los snobs de la Copa América, una restauración de los edificios del centro ni siquiera se ha pensado y, mientras tanto, drogadictos, camellos y prostitutas campan a sus anchas a plena luz del día a escasos minutos del centro de la ciudad, donde barracones se hacen pasar por escuelas. Yo, personalmente, prefiero una ciudad para el ciudadano, aunque carezca de todos estos eventos de tipo pan y circo.

La organización del evento ha sido también lamentablemente penosa: la empresa Valmor Sport, creada específicamente para la ocasión, parece haber sido más ese tipo de estafas en las que se recoge el dinero y se desaparece. Las entradas han sido vendidas, revendidas y recompradas, y finalmente muchos asientos se han quedado vacíos. Aún así, casi un millar de seguidores han visto como sus entradas no se correspondían con asiento o se trataba de localidades en las que no se veía absolutamente ni un pimiento (véase, por ejemplo, aquí). Sí señor, pague usted 420 euros para nada. No era suficiente con que los que no gustan de la F1 tuvieran que aguantar el ruido, los cortes de tráfico, las obras y derivados sino que los aficionados también han conseguido su parte de sufrimiento personal. Todo para que Fernando Alonso -al que la mayor parte de la afición había ido a ver- tuviera que abandonar la carrera antes de la primera curva. Por cierto, aún me queda la duda de si algunas gradas quedaron vacías porque los espectadores realmente se fueron tras el abandono o -cosa que veo más pausible- los actores pagados se marcharon cuando la organización creyó -erróneamente- que ya no se enfocaría a las tribunas.

Finalmente, sabiendo cómo les gusta chupar cámara a nuestros políticos, esperaba ver a alguno de ellos en la entrega de premios. ¿Sería Camps? ¿Sería Barberá? Debería haber imaginado que ambos han querido repartirse el pastel y figurar en la foto de turno. Bueno, tampoco vamos a recriminarlos en lo único que parecen saber hacer bien. Al fin y al cabo -dicho sea de paso- ciertas declaraciones de Ecclesone con respecto a los asuntos administrativo-gubernamentales de la ciudad (véase por ejemplo, aquí), por mucho que las quisiera endulzar, ya dejaban claro que este Gran Premio tenía unos tintes bastante políticos. En definitiva, las cosas típicas que pasan cuando quieres convertir una ciudad en un parque temático. Suma y sigue...

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